Por: Wendy Herrera
Jugadoras y ex jugadoras de la Liga MX Femenil comparten los retos a los que se han enfrentado para jugar fútbol de manera profesional.
Esta nota es parte del reportaje “Un hombre gana en 8 horas el sueldo mensual de una mujer futbolista en México
¿Cómo es ser mujer futbolista en México? Algunas jugadoras tienen otro trabajo para cubrir sus gastos y a otras, su familia les sigue ayudando a pagar su comida, transporte y renta. Todas coinciden en que, por lo general, es imposible vivir del fútbol en este país si eres mujer.
Las condiciones laborales y los bajos sueldos de las jugadoras ponen al descubierto que la brecha salarial aún existe en este deporte: una mujer futbolista tardaría 89 años en percibir lo que un hombre gana en un año. Pero, ¿cómo les afecta esto a ellas?
Serendipia habló con jugadoras activas y ex jugadoras de la Liga MX Femenil. Estas son sus historias.
NOTA: Los nombres de todas las jugadoras han sido cambiados y otros detalles que las puedan hacer identificables han sido omitidos para proteger su privacidad.
Victoria
ex jugadora de la Liga MX Femenil
“Jugar fútbol profesionalmente era uno de mis sueños. Cuando era niña no sabía si iba a ser posible o no, ya que no veía una liga profesional en el país y conforme fui creciendo empecé a jugar en la selección. Cuando empezó la liga MX Femenil (en 2017) sentía un poco de escepticismo, porque no se veía venir, no pensamos que fuera a durar mucho.
Unas amigas me convencieron de ir a visorías (eventos en los que las jugadoras pueden ser observadas por personas reclutadoras de clubes profesionales) y los representantes de un equipo profesional me eligieron.
Cuando empezó la Copa nos empezaron a pagar, pero era muy poco: dos mil 800 pesos al mes. No teníamos contrato ni prestaciones, así que pensé jugar en lo que terminaba mi carrera y si no podía vivir del fútbol, al menos tenía una licenciatura.
El primer año (2017) hubo un tope salarial que años después sancionó la COFECE. Nos decían (los directivos del equipo) que no se podía pagar más de eso; el contrato era por 6 meses, ni siquiera era anual. En teoría las mujeres no ganaban más de 3 mil pesos mensuales, nosotras ganábamos 2 mil 800 pesos, otras 2 mil 500 y otras 3 mil pesos al mes.
Al mismo tiempo de jugar fútbol, estaba estudiando. Recuerdo que tenía clases en la mañana y me iba a entrenar; los martes me saltaba una clase. Después, en el segundo semestre, tomaba clases en la tarde. Era levantarme temprano, desayunar, irme a clases, entrenar de 1 a 4, y salir a las 10 de la noche. Tuve que meter verano para hacer pretemporada, iba temprano a entrenar y después iba a clase. Después de ese semestre me titulé, entonces en enero entrenaba en la tarde, en lo que hacía mi trabajo de titulación, acabé en mayo e intenté tomar un curso pero se canceló y solamente entrenaba, pero me lesioné. Cuando me lastimé estaba más de 4 horas en el club, es más pesado.
Ingresé a otro club, y a la par estaba trabajando en otra cosa para tener mejores ingresos económicos. Trabajaba en una empresa de manera remota; jugaba los lunes, los martes era nuestro día libre en el club, así que viajaba a Ciudad de México para trabajar de 9 a 6 pm.
Regresaba (al club, en otra entidad) el mismo martes en la tarde, o miércoles muy temprano para llegar a entrenar a las 8 de la mañana. Así fue durante un año, era muy pesado.
Era cansado cuando regresaba al club a las 6:00 am por el tráfico, era terrible, eran días pesados, y usualmente llegaba muerta. De todas formas me gustaba trabajar en otra cosa, porque mentalmente yo me sentía más sana cuando trabajaba o hacía otra cosa que cuando jugaba. Porque el entorno futbolístico es bastante tóxico y muy cerrado, porque estás con la misma gente, y hay mucha presión si los resultados no se dan. La verdad yo creía que era más sano cuando hacía alguna cosa que me podía sacar del fútbol a cuando sólo jugaba.
Después de la pandemia era más difícil conseguir otro trabajo. Al principio sólo entrenaba en la mañana, pero después también en la tarde, y viajaba más. Conforme fue creciendo la liga fue creciendo el tiempo de demanda y no tenía tiempo para otra cosa.
El tope salarial subió y me consta que fue así porque en el equipo donde estaba jugando me subieron a 15 mil pesos mensuales, a mí y 6 jugadoras más, y de ahí para abajo, había gente que ganaba 7 mil, 5 mil y las menores de edad seguían ganando 2 mil 800 mensuales. El club jamás habló del tope salarial, muchas chicas no tenían idea que existía. A mí sí me tocó que en un equipo decían que no me podían ofrecer más porque había un tope, me lo dijeron porque pregunté, pero si no lo hubiera hecho no hubieran dicho nada. Después de la sanción que puso la Cofece a los equipos por imponer un tope salarial, nadie tocó ese tema, entre que las chicas no sabían mucho, dentro del club nadie dijo nada, no se disculparon. Si está bien que les pusieron la sanción pero que lástima que no se retribuyó nada a las jugadoras que fueron afectadas con el tope salarial.
Actualmente hay jugadoras que a lo mucho aspiran a 12 mil pesos mensuales, las menores han de ganar 4 mil, y si son menores y no quieren correr el riesgo de que las consideren profesionales para después irse a la liga colegial de Estados Unidos, entonces en teoría no deben ganar dinero, deben tener un convenio. En el último año que dejaron que los clubes contrataran extranjeras, ellas llegaban ganando más que cualquier jugadora mexicana.
Con Katy Martínez y Stephany Mayor (jugadoras mexicanas) hubo un crecimiento, pero sólo le subieron el sueldo a 2 jugadoras, y el resto seguía ganando muy poquito. Y ahora fue el fichaje de Jenni Hermoso, ella ganaba aproximadamente 2 millones de pesos al año en el Barcelona y no se pudo venir por menos dinero a México. En un mismo vestidor tienes a una española que puede estar ganando 4 millones al año, se traduce como a más de 100 mil pesos al mes y tienes a otra que está ganando 5 mil pesos mensuales o una menor que no está ganando nada.
Pero Jenni Hermoso es mejor en el palmarés que otros jugadores mejor pagados de la Liga MX, jugó en el Barcelona, quedó campeona en un triplete, campeona de Champions, nominada a un balón de oro, máxima goleadora en España.
Si entre ellos la diferencia es brutal, con las demás jugadoras es grosero, porque el salario no es ni el 3 por ciento de lo que ganan los hombres.
Los chavos en una sub 20, cuando lo hacen bien y los empiezan a llamar a un primer equipo, comienzan a ganar suficiente para ser el ingreso principal de su familia, les es más fácil llevar una vida de familia porque son el sustento económico. Con las mujeres eso no se puede, algunas ganan tan poco que se obligan a vivir en casa club, porque hay precariedad y no pueden hacer mucho. Van, entrenan, están en casa club y ya.
El tener poco poder adquisitivo da poca posibilidad de gasto, ni siquiera salimos o hacemos mucho, tampoco nos podemos pagar una carrera. Y a nivel personal no podemos estar en una relación, porque qué chavo va a querer estar con alguien como nosotras, que cada semestre no sabemos en qué equipo vamos a estar, que ganamos poco y tenemos un estilo de vida donde vivimos para jugar, entrenar, viajar. La vida se vuelve comer, entrenar, jugar, trabajar en otra cosa y dormir.
La diferencia en salario te cambia la vida de manera radical.
En otros países las chicas sí estudian, es una cosa que va a dejar de pasar en México, con los equipos sub 18 femeniles, seguramente.
Entonces en poco tiempo habrá chicas muy jóvenes entrando a la Liga MX Femenil, pero no van a tener carreras tan largas. Por ejemplo, en Estados Unidos les toma más tiempo, porque van a la universidad para participar en el fútbol colegial, de los 18 a los 22 años de edad, y están obligadas a estudiar además de jugar, y es hasta los 22 que se dedican a jugar, pero al menos si tienen una carrera.
Hay personas de la Liga que dirán que sí se puede vivir únicamente del fútbol, pero México es un país desigual, y con salarios muy precarios. Por ejemplo un salario de 15 mil pesos para un recién egresado millenial es muy bueno, y dije si estoy ganando eso estoy bien, pero la realidad es que no, porque a diferencia de un trabajo millennial, en el fútbol no se puede vivir muchos años de eso, además con una lesión dejamos de jugar, igual y no se sale de la lesión nunca. Mucha de las bajas en los clubes es de mujeres que se han lesionado y han sido muy mal rehabilitadas. En el caso de los hombres que también se pueden lesionar, ellos tienen un colchón económico, pero nosotras no lo tenemos.
Además, si no queremos vivir en casa club tenemos que pagar renta. Si vivimos del fútbol, se vive de forma muy limitada, por un tiempo de vida muy corto, y no se puede hacer carrera de vida en otra cosa. La casa club es una prestación que muchas jugadoras toman, pero realmente una casa club se usa más para los hombres que están en una sub, porque cuando son profesionales no la necesitan.
En teoría tenemos seguro y nos rehabilitan en el club, pero al final depende de los horarios del primer equipo varonil, no siempre nos rehabilitan en el mismo lugar del equipo varonil, hay pocos fisioterapeutras y nos pueden decir que vayamos la semana que viene. El club debería fomentar también el desarrollo académico, deberían de enseñar inglés, por si llegan a fichar fuera en una universidad o un equipo extranjero.
La prestaciones que tienen las deberían dar mejor, como la nutrición, psicólogos, tener más fisioterapeutas, que den condiciones como al primer equipo varonil se las dan.
Muy poca gente habla públicamente de estos temas, yo lo hacía en redes y al final (el club) nos empieza a tachar de conflictivas. Alguna vez el club, a través de la jefa de prensa, me regañó, aunque no había dicho ninguna mentira. A raíz de eso no me dejaban hablar con los medios.
Incluso hay contratos que estipulan que no puedes dar ninguna entrevista sin pasar por prensa o por su aprobación. Me fueron sentando y congelando, y acabé saliendo del sistema por defender estos temas. Simplemente defender tiene un costo, por eso mucha gente no lo hace públicamente, yo lo hacía porque sabía que podía dejar de jugar en cualquier momento, al final tengo una carrera, no se acaba la vida, pero para la mayoría no pasa. O la prensa te empieza a tachar de cosas.
Mi contrato acababa a finales de año, pero me dijeron que no entraba en planes, aunque en teoría su contrato tiene causales de despido, y dijeron que me convenía porque me podía ir a otro equipo. Pero no me dieron finiquito, es como si yo renunciara, pero ellos me estaban despidiendo, y sin ninguna causal según su contrato. Al final lo vi con abogados porque me quedaban a deber seis meses, y los abogados me dijeron “como eres mujer no ganas tanto realmente, te va a salir más caro el pleito legal que lo que te deben”, al final es arbitrario el tema de los despidos. En un equipo donde jugué hubo chicas que hicieron toda la pretemporada, y dos días antes de que se cerrara el periodo de fichajes les dijeron que no iban a entrar en planes y las despidieron y no pudieron entrar a otro equipo. Ahora ya avisan antes, pero pasa lo mismo, aunque tengamos contrato nos dicen que no entramos en planes.
Para cambiar el fútbol femenil en México necesitamos unir voces, hablarlo como acción colectiva, no de forma individual. Si las jugadoras tienen tanto miedo de hablar indica que algo está pasando”.